jueves, 10 de noviembre de 2011

El cazador y la presa.




Venía de un colegio relativamente grande, en mi colegio anterior eran 2 secciones de cuarenta y algo y en el nuevo era una sola sección de a lo mucho veinte.  Mi colegio anterior con una disciplina militar, nada se parecía a esta nueva experiencia que rompía todos esos moldes que había aprendido. Pero el mayor cambio era que el colegio era mixto.  Para este adolescente sin hermanas, lleno de hormonas que despertaban, fue un reto fuerte el convivir  con ellas. Me enamoraba fácilmente, cualquier caricia o atención era interpretada como interés… que regularmente no tenía nada que ver con mis expectativas.
Fueron años complejos de adaptación y autodescubrimiento. Después de un año tormentoso me sentía cómodo y empezaba a escoger a la presa  y ya no era una víctima de mis alucinaciones amorosas.

***


Ella era la más “atractiva” de ese año o por lo menos así se rumoraba dentro del círculo de amigos que analizaba a detalle a cada una. Eran los tiempos en que las técnicas de cortejo eran probadas entre los jóvenes.  Varios veredictos y pocas conclusiones de cómo conquistarla. Para algunos era la femme fatale que sería el trofeo de supremacía que permitiría destacar, para otros la mujer inalcanzable con la que soñaban. Ningún atributo sólido para hacer el juicio, era simplemente  atracción pues eran muy pocos los que realmente le hablaban. Ella cursaba tercero básico y nosotros desde un universo diferente la veíamos desde el aula de segundo básico.
Tenía ojos verdes y físicamente sobre salía por las curvas que en aquel tiempo eran más enloquecedoras aún. Una de sus hermanas cursaba con nosotros, y eso daba la oportunidad de llegar a hablarle aunque sea por casualidad.
Decidí jugar mis cartas y a fuerza de voluntad máque de probabilidades empecé a hablarle. Era un manojo de nervios, me sudaban las manos y me reía tontamente. Aunque ya no era un novato, como hace un par de años, estaba fuera de mi liga. Podía hablarle y hacer que me pusiera atención y eso era visto ya como un triunfo entre mis pares.  Muchas veces nos habíamos quedado petrificados ante retos similares, nada del otro mundo: una mujer bonita nos regalaba un Hola y respondíamos con un ruido gutural que crujía en la garganta como madera seca quebrándose en el fuego de una fogata. Luego una sudoración nerviosa surgía como por arte de magia, la mente hecha un caos de ideas y preguntas que bombardeaban e impedían emitir una palabra.
Pero no me paso eso esta vez, contra todas las apuestas mantenía una conversación fluida con ella, la podía hacer reír y pasábamos los recreos casi siempre platicando. De alguna forma había logrado algo que ni yo mismo había creído posible: había creado una oportunidad.

***

Para alguien que venía de un mundo distinto en el que la disciplina y el castigo era cosa de todos los días, este colegio era un paraíso. Sin contar de que habían mujeres.  Empezaba a cursar el segundo básico y ya no pintaba como el patito feo que fui en el primer año de ese colegio.  Ahora ya conocía a los de mi clase y ya sabía a qué atenerme con ellas. Recuerdo que en la primera formación fue algo sorprendente verlo, lo conocía de mi colegio anterior y cuando lo vi con cara de pollo comprado tratando de descifrar el estilo de este nuevo colegio fue como verme al espejo.  Habíamos estudiado los últimos años de la primaria juntos, parecía casi perplejo por la realidad que nos tocaba vivir. Si! Habían mujeres!  Éramos como dos soldados que se encuentran después de la guerra y que eran nuevamente llamados a una misión. Él estaba tan fascinado como yo por lo relajado del colegio, desarrollamos una especie de hermandad en la que yo me encargue de explicarle donde estaban las minas corta pie para evitar que sufriera lo mismo que yo.
Un par de meses después del día que lo volví a encontrar  en el colegio se acercó a contarme que el trato estaba cerrado, llego a contarme que tenía novia.  Ella estaba un grado debajo de nosotros  y empezamos a platicar los tres en los recreos. Nada del otro mundo, platicábamos de las cosas que se hablan a esa edad: pendejadas pero que son el mundo de un adolescente.
No recuerdo si fue un mes o una semana después  pero el amigo llego desencajado a platicarme, se veía descompuesto.  Ella había decidido terminar la relación, una decisión irrevocable más por la razón de la ruptura. Como aquellos casos en que te enteras de la muerte de un familiar, escuché al hombre abatido al borde de las lágrimas decirme la razón del fracaso. 
Era yo. Yo era la razón de la ruptura. ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Qué había pasado? Ella se había enamorado de mí, por una extraña razón que yo desconocía.  No habían razones lógicas: ni siquiera le hablaba, más que frente a mi amigo en los recreos, no compartíamos aula, ni nada en común. Pero ella le juro que era a mí a quien quería.  Encolerizado y con vergüenza escuche a mi amigo decirme que no era mi culpa. Yo estaba realmente desesperado por hablarle y por decirle que se había equivocado, que nunca yo iba a traicionar a un amigo y que menos podía yo corresponderle.  Pero mi amigo estaba tan mal herido con su desprecio que supe que no había marcha atrás, que no podía aclarar las cosas para que volvieran. No había otro camino y lo abrase con la frialdad de un asesino a sueldo. Le puse una mano en el hombro y le dije: No tengas pena yo te voy a vengar, yo me voy a encargar que sepa que nunca debió hacer esto.

***


Después de crear la oportunidad con la chica de ojos verdes estaba atontado con la posibilidad de hacerla mi novia, aunque fuera un año más grande que yo.  La veía tan cerca y parecía que a ella no le resultaba del todo desagradable mi compañía, me buscaba cuando yo me hacía el difícil y aunque nunca tuvo detalles que respondieran a mis intenciones, yo empecé a verlas.  Un día me vi a su lado cerca de agarrarla de la mano y sentí el acelerador en el corazón aumentar las revoluciones por minuto.  Esa noche mi mente imaginaba escenarios donde yo estaba con la más bonita del colegio y  ella estaba feliz a mi lado. Fue el paso que nunca debí dar sin hechos que validaran lo que yo quería que pasara.
Empecé entonces a presionar para que fuera mi novia, aunque ella no estuviera ni remotamente enamorada, pero decidió que no era necesario que yo lo supiera, por lo menos eso adivino hoy.  Nunca me dio una respuesta negativa a mis intentonas por hacerla mi novia: se reía, se ponía nerviosa y seguía coqueteando.  Yo seguía flotando,  pensando en el momento de besarla y de abrazarla. Mi intuición me dice ahora que ella se sentía halagada de verme derretido en atenciones. Un día, después de tanto rogarla supongo que logre tentarla lo suficiente, era evidente que también quería besarme pero en aquel entonces no era común tener besos fuera del noviazgo. Y ella no quería ser mi novia. Vaya dilema! Viéndome rendido y con todas las cartas tiradas decidió que era el momento de explotar mis debilidades, sabía que yo no tendría la fuerza de voluntad para negarme o quizá era falta de autoestima lo que aprovechó.
Me dijo que aceptaría ser mi novia pero con ciertas condiciones:
-Nadie podía saber que éramos novios, si alguien preguntaba debíamos negarlo.
-No iríamos juntos a las kermeses o fiestas, cada quien estaría por su lado.
-No habrían muestras de afecto públicas, ni siquiera agarrarme de la mano.
Por lo menos esas condiciones recuerdo ahora. Lo que hoy me parece un acuerdo imposible de cerrar, en aquel entonces no tuvo obstáculos, ninguno. No pude refutar nada, estaba tan comprometido o tan colgado que le dije amén a todo lo que quiso.  Así empezamos a ser  “novios” y por ridículo que parezca yo me sentía orgulloso de lo que había logrado.  Por supuesto fue rigurosa cumpliendo sus reglas y yo me humille para cumplirlas, por supuesto no sin antes besarla tanto como tuve oportunidad. 
Camine una semana entre las nubes, mis amigos a los que pude contarles no creían que lo había conseguido. Tenia una sonrisa tonta cada vez que la miraba y ella me miraba más con despecho que con amor. 

Una semana después antes de una kermesse a la que estuve rogando para que fuéramos juntos, se aburrió o sintió muy peligroso que le hiciera un clavo frente a todos y decidió terminar la relación.  Cuando pregunte la razón me dijo: Just because.  (Porque sí)
La torre de babel se rompía en su base y yo caía irremediablemente.  No fue tan dura la caída como el verme al espejo y ver reducida mi pigmea autoestima a un dibujo cómico que ahora era exhibido a los cuatro vientos.

***

Regresé a hablarle a la novia de mi amigo, sin reclamarle, descaradamente sabía cuál era su juego y lo jugué con todo. Conseguí su teléfono y empecé a llamarla,  fue como que su historia con mi amigo nunca hubiera pasado, le dije lo que queria escuchar y ella tambien lo creyó sin reservas. 

Sin pensarlo y sin saberlo ella estaba siguiendo mi juego y yo sin compromisos ni remordimientos estaba a mis hanchas viendo el show.
Luego de una semana ella era mi novia, nunca la besé pues no me parecía atractiva y menos di muestras públicas de que tuviéramos una relación.  Ella era cariñosa y yo frio y distante mientras alguien pudiera mal interpretar mi relación de estricta venganza con la presa. A mi amigo sólo le decía que la venganza estaba cerca, sin contarle detalles para no herir su corazón aún sangrante.

El día de san Valentín era la prueba de fuego pues hacían actividades en el colegio para celebrarlo y claramente tenia que exponer nuestro noviazgo.  No estaba ni remotamente interesado en seguir con el teatro, la evadí todo lo que pude hasta que llego a mi clase y me llamo frente a todos.  Salí de la clase y me pare en seco y sin contemplaciones le dije que terminábamos, cuando me pregunto la razón le dije sin contemplaciones: nunca quise ser tu novio, fue una cuestión de orgullo por lo que pasó con aquel.


***

El resultado de las dos historias fue similar, y estuve de ambos lados de la moneda  pero es claro que ambos fueron malos. ¿Existe una correlación entre ambas historias? puede que sean como el Yin y el Yang de alguna forma. Pero lo que es seguro es que ninguna de las dos tenia nada que ver con el amor, eran juegos de adolescentes, pero muchas veces somos eso que nos duele: verdugos y ejecutados. Estas historias al final sentaron bases para lo que hoy soy. 


En perspectiva siempre he sentido vergüenza de lo que hice, nunca pude disculparme con ella por la estupidez de mis actos.  No puede uno andar paseándose en la vida de otra gente, pero por supuesto eso lo aprendí hasta que me tocó vivirlo, y no fue producto de la otra historia que compartí.
Por otro lado, la experiencia de humillarme, además de dejarme llorando literalmente por unas cuantas semanas, me ayudó a aprender lo que estaba dispuesto a sacrificar para sentirme amado.  Nada ni nadie merece que sacrifiquemos la esencia que somos pero a veces nos olvidamos de nuestro valor para recibir eso que consideramos invaluable. ¿cómo podemos amar a alguien sin antes amar y respetar esa persona de la que nace el amor?  ¿qué conclusiones sacarían ustedes de estas experiencias? 

2 comentarios:

  1. Me encantó lo de: "Nada ni nadie merece que sacrifiquemos la esencia que somos..." en los primeras experiencias amorosas, creemos que de eso se trata el amor, hacer todo lo que la otra persona quiere, sacrificar TODO por la otra persona. Hasta que llega la desepción amorosa, que no fue NADA como creíamos iba a ser.
    Respecto a la otra historia... lo que aquí se hace, aquí se paga... cuando uno se "pasea" en la vida de otra persona... tarde o temprano, se voltea la tortilla, y le toca a uno pagar!! Y eso es todavía MÁS doloroso!!!
    Thanx for sharing! :)
    Luisis

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  2. Me gusta tanto que escribás estas cosas. Estoy segura de que no sos al único que le pasó algo así pero sí sos de los pocos que lo comparten ahora, después de haber experimentado otras cosas en tu vida y de conocer el verdadero amor te detenés a compartir las experiencias que te ayudaron a descifrarlo.

    Mi parte favorita: "Nada ni nadie merece que sacrifiquemos la esencia que somos..." Cuando al fin entendemos eso significa que nos valoramos, que nos amamos y que entonces estamos listos para "amar hacia afuera".

    Gracias por compartirlo. :)

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